Escribir un libro es una experiencia transformadora.
Pero lo que viene después, muchas veces es un grano en el… cuerpo.
El manuscrito, terminado, necesita revisión.
Siempre.
Y para que un texto esté bien trabajado, pulido, sin errores ortográficos ni frases sin sentido, debe haberlo leído más de una persona.
Cuando escribimos un texto y lo leemos, se nos cuelan detalles entre tanta letra. ¡Me ha pasado infinidad de veces! Sabemos qué dice y lo leemos por encima sin darnos cuenta de que puede haber algún error infiltrado. Por ese motivo, siempre debemos contar con un profesional de la corrección.